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jueves, 9 de diciembre de 2010

MI MAMA SE LLAMA…

Es la disyuntiva a la que pienso se debe someter a un niño o niña, cuando cae en un hogar donde sus padres son dos hombres o dos mujeres. Porque cuando en una hoja de vida, formato de impuestos, encuesta del Dane u otra, se pregunta por “sexo”, a lo que uno debe poner una rayita en hombre o mujer y ya. Porque uno nace hombre ó mujer y no se hable más... lo demás es loma.
Eso sí!,  lo que un hombre o una mujer haga con su sexo, es problema de esa persona y aún más, la forma como desarrolle su personalidad, también es su problema, que debe; si lo desea buscar alguna solución aunque sea espiritual, porque los psiquiatras desde 1973 en Massachusetts, tiraron la toalla.
Al respecto les presentó este escrito del padre José Carlos Areán, Capellán del R.C. Celta – Vigo. Titulado “Mi mama se llama..”
“Dos leonas no hacen pareja. Dos gatos, tampoco. No pueden aparearse. Para
ello tendrían que ser de distinto sexo y de la misma especie. Son cosas de
la zoología. No es producto de la cultura hitita, fenicia, maya, cristiana o
musulmana. Por supuesto no es un invento de la Iglesia Católica. Muchos
siglos antes de que Jesús naciera en Belén, el Derecho Romano reconocía el
matrimonio como la unión de un hombre y una mujer. Después ellos se
divertían con efebos, que para eso estaban, para el disfrute. La esposa era
para tener hijos.

La palabra matrimonio procede de dos palabras romanas: "matris" y "munio".
La primera significa "madre", la segunda "defensa". El matrimonio es la
defensa, el amparo, la protección de la mujer que es madre, el mayor y más
sublime oficio humano.

Cada palabra tiene su significado propio. Una compraventa gratuita no es una
compraventa, sino una donación. Y una enfiteusis por cinco años no es una
enfiteusis, sino un arriendo vulgar.

Llamar matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo me parece poco
serio. Jurídicamente, un disparate. De carcajada. Que le llamen "homomonio",
"chulimonio", "seximonio", lo que quieran, todo menos matrimonio, que ya
está inventado hace tiempo. Nadie llama tarta de manzana a la que está hecha
de peras.

Lo curioso es que cuando dices cosas como estas, algunos te miran como
extrañados de que no reconozcas la libertad de las personas. Y por más que
les dices que sí, que respeto la libertad de todos, que cada uno puede vivir
con quien quiera, incluso con su perro, pero que eso no es un matrimonio,
van y te llaman intolerante.

No sé lo que harán los parlamentarios a la hora de votar. Son políticos, no
juristas. Votarán por razones políticas, no según Derecho. Las consecuencias
son graves. Si un varón tiene derecho a casarse con otro varón y una mujer a
hacerlo con otra mujer, ¿le vas a negar el derecho a un hermano a casarse
con su propia hermana? ¿O a un padre a hacerlo con su hija? ¿No tienen el
mismo derecho? La sociedad se quiebra. Huele a podrido. Como en Dinamarca.
Cuando la profe le preguntó a Pablito cómo se llamaba su madre, el niño
contestó: "Mi mamá se llama Ramón".”


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